Noche larga: Exploración Aural en el Casino Metropolitano (ES)

Festival Aural:

(…)

Maja Ratkje tampoco se quedó atrás si de sorprender se trataba. De ella conocíamos dos vertientes de su trabajo muy claras: aquellas donde mezclaba su voz con un arreglo muy ruidoso y entrecortado y otro en el que desplegaba una serie de cantos, uno encima de otro, que generaban atmósferas a las que era imposible resistirse. Quizá con Mikami, Dilloway y Montero como preámbulo, pensábamos que Ratkje también se subiría a destrozar el escenario, pero fue justo lo contrario. O de hecho sí lo destrozo, pero de maneras en que difícilmente se logra destruir uno.

Después de horas de montaje y de pedirle al público que apagara sus cigarros por la alergia de Maja, por fin empezó todo: a decir verdad, Ratkje echó mano de tantas herramientas y recursos (salvo el theremin que instaló y nunca usó) que es difícil contar, paso por paso, qué fue lo que hizo. Maja utilizó repeticiones que fue alterando de maneras muy sutiles y, por momentos, muy atrabancadas (a veces parecía que todo se le venía encima). Conforme este escenario se fue haciendo denso y más y más homogéneo, Ratkje utilizaba otro recurso: respiraciones, gritos (menos desaforados que los que le conocemos), campanillas, susurros. Era rarísimo atestiguar que los sonidos más delicados y pequeños, una vez pasados por los dispositivos de Ratkje, se volvían trombas de sonido que a su vez volvían a ser procesadas y se modificaban a algo más suave. La mayor virtud de Ratkje fue lograr contener todo este bulldozer de sonidos, naturales y procesados para, eventualmente, ya entrados en su acto, comenzar a sobreponer su voz: cuando Ratkje se puso decididamente a cantar es cuando las cosas ocurrieron: sobre todo el sonido que había construido por casi una hora, Maja decidió apenas colocar su voz por encima, primero con gritos y cantos muy prolongados y posteriormente, hacia el final de su acto, estaba, literalmente, cantando. ¿Es necesario describir la voz de Ratkje en estos casos? Es lo más bonito que han escuchado en un concierto así. Con una voz que alcanza rangos que ustedes ni siquiera se imaginan y con un tono ligeramente épico, al final de su presentación, parecía que estábamos escuchando la banda sonora de una película de Matthew Barney. Maja Ratkje uso tanto e hizo tanto que lo que sea que digamos de ella será muy poco. Valga decir, a falta de mejores términos, que aunque esperábamos mucho de ella se las arregló para sorprendernos aún más de lo que estábamos dispuestos a sorprendernos, canto más alto de lo que estábamos listos para escuchar, mezcló más fuentes de las que pensamos que mezclaría en vivo y prolongó ese sonido, hecho de varias decisiones correctas e incorrectas, hasta hacer que nos olvidáramos que estábamos en un concierto de música experimental-noise.

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